CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Joaquín Gamboa Pascoe, el recién fallecido político priista y líder de la Confederación de los Trabajadores de México (CTM), no sólo tenía un gusto inmoderado por el dinero –mismo que ostentaba de manera excéntrica–; también tenía un agudo sentido de los negocios.
El cacique sindical, cuya carrera política y fortuna personal crecieron al amparo de los sucesivos gobiernos del PRI y del PAN, fue pionero en el mundo offshore: en el año 1982 incorporó dos estructuras en paraísos fiscales para operar cuentas bancarias millonarias abiertas en las Islas Caimán y en Bahamas, las cuales llegaron a tener cerca de 19 millones de dólares.
En esa época, Gamboa Pascoe –entonces presidente del Senado y líder del PRI en el recinto legislativo– era conocido por su carácter irascible y su gestión mafiosa al frente de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal (FTDF), la rama capitalina de la CTM que el hombre utilizaba para favorecer a los intereses empresariales.
El líder sindical formaba grupos de choque que rompían huelgas de manera violenta e intimidaban a los trabajadores, vendía a los empresarios contratos colectivos que les garantizaba el pago de salarios bajos y el otorgamiento de prestaciones laborales mínimas, y obligaba los desempleados a acudir a los actos políticos del PRI, entre otros.