Rúbrica
¿Misión cumplida?
Por Aurelio Contreras Moreno
Finalmente, el pasado viernes Rocío Nahle García fue orillada a renunciar como
secretaria de Energía del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, luego de
varias semanas “dobleteando” entre su precandidatura a la gubernatura
veracruzana y una responsabilidad pública que ya no atendía y que, en los
hechos, jamás desempeñó con eficiencia, pues dedicó todas sus fuerzas al
proyecto de la refinería Olmeca-Dos Bocas, descuidando todo lo demás.
Fue el presidente Andrés Manuel López Obrador quien la tarde de este viernes,
durante una reunión con funcionarios federales, el gobernador Cuitláhuac García y
la propia Nahle sobre el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, hizo
oficial la salida de la zacatecana de su gabinete.
“Me presentó su renuncia Rocío Nahle, secretaria de Energía. Le agradecí por su
apoyo y le deseo que tenga suerte en su legítima aspiración”, escribió López
Obrador en sus redes sociales desde la ciudad de Coatzacoalcos.
En respuesta casi inmediata, Nahle replicó el mensaje del presidente, señalando
que “desde mi querido Coatzacoalcos!!! (sic) Gracias señor Presidente … (sic) es
un honor estar con Obrador. ¡Misión Cumplida!”.
Sin embargo, y pesar de lo apuntado al principio de este texto, Nahle García hizo
cualquier cosa en la Secretaría de Energía, menos cumplir con la única misión que
verdaderamente se le encomendó: que a estas alturas del sexenio la refinería de
Dos Bocas estuviera lista y produciendo combustibles para cumplir la promesa de
López Obrador de la “autosuficiencia energética” para el país.
Dos “inauguraciones”, un montaje de arranque de producción de combustibles y
una ridícula muestra de gasolina en una botella como “prueba” de que Dos Bocas
está funcionando después, Rocío Nahle se fue de la dependencia para buscar ser
impuesta, primero como candidata, y luego como gobernadora de un estado en el
que no nació y en el que nadie tenía idea de su existencia política –salvo en
Coatzacoalcos, a lo sumo- hasta antes de 2015, cuando se cobijó en el
obradorismo y el carisma del líder de ese movimiento la catapultó a unas alturas
que en su vida soñó alcanzar, como la mayoría en torno de López Obrador.
La constante de la carrera política de Rocío Nahle ha sido, irónicamente, la
inconstancia. No ha concluido ninguno de los encargos públicos que ha
desempeñado –la diputación federal, la senaduría ni la titularidad de la Secretaría
de Energía- y ahora pretende engañar a la población del estado diciéndole “soy
veracruzana”, cuando no lo es, solo para satisfacer la ambición personal de
gobernar una entidad por la que nada ha hecho. Ni siquiera gestionar tarifas justas
para el pago de la energía eléctrica cuando hacerlo estuvo en el ámbito de sus
atribuciones legales.
¿Qué se puede esperar de alguien que ni siquiera en algo como su gentilicio es
capaz de decir la verdad? Pues lo que ya hemos visto y seguramente seguiremos
atestiguando: violaciones descaradas a la legalidad en pos de un apetito de poder
para el cual no hay límites; simulación, falsedades y la operación de todo el
aparato del Estado en su favor. Como en las épocas del PRI más rancio en el
poder, del cual se alimenta toda la llamada “cuarta transformación”.
La única buena noticia de la salida de Nahle es que la Secretaría de Energía
dejará de ser su trampolín político. Ojalá que quien ya la sustituye sí tenga la
intención de trabajar en su responsabilidad.
La mala es que ahora vendrá a desangrar al erario del estado en su aventura por
gobernarlo. Lo cual tampoco le será fácil, pues ni en su propio partido las tiene
todas consigo. Ni siquiera salió puntera en las primeras mediciones de
reconocimiento realizadas por Morena para su proceso interno. Y eso dice mucho.
El descontento por la burda imposición de Rocío Nahle que se pretende en la
entidad se empieza a generalizar. Y perder Veracruz sería letal para el proyecto
obradorista en su totalidad, pues comprometería la propia elección presidencial.
¿De verdad hay “misión cumplida”?
Extorsiones en el gobierno de Cuitláhuac
Los líderes empresariales de plano “tronaron” contra el procurador de Medio
Ambiente estatal, Sergio Rodríguez Cortés, quien no cesa de aplicar lo que mejor
sabe hacer para sacarles dinero: extorsionarlos, bajo la amenaza de la clausura.
El tristemente célebre ex perredista, ex duartista, ex yunista y hoy morenista que
gusta de tomarse fotos en ropa interior con fajos de billetes debe tener un
“padrinazo” en el gobierno de Cuitláhuac García para mantenerse como si nada.
¿O será acaso que salpica para arriba?
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