Rúbrica
Ya comenzó la temporada de violencia política
Por Aurelio Contreras Moreno
En los últimos años, todos los procesos electorales y en especial los locales, han
ido acompañados de gran cantidad de hechos de violencia por la disputa de cotos
de poder, en todos los niveles.
Tan solo en la elección intermedia celebrada en 2021, se registraron mil 66
agresiones en contra de políticos y candidatos, con un saldo de 954 víctimas de
diferentes delitos, lo que representó un porcentaje 38 por ciento mayor al del
proceso electoral de 2018.
Del total de víctimas, 611 fueron hombres y 343 mujeres; 693 de las víctimas
competían para cargos de elección popular y 75 por ciento eran opositores de sus
respectivos gobiernos estatales. Esos comicios terminaron con un total de 102
homicidios contra políticos, de los cuales 36 eran aspirantes y/o candidatos; 87
eran hombres y 15 mujeres.
De acuerdo con este análisis de la consultora Etellekt, la violencia política fue
determinante en esos comicios y seguramente influyó en el sentido de los
resultados, que fueron favorables en lo general para el partido en el poder,
Morena.
El proceso electoral que formal y legalmente aún no comienza y que culminará en
2024 con la sucesión presidencial, relevos en nueve gubernaturas, la renovación
total del Congreso de la Unión y en más de mil ayuntamientos, está contaminado
desde ahora por una alta carga de violencia. Verbal, simbólica y real. De la de a
de veras.
Está ampliamente documentada la manera en la que irresponsable e ilegalmente
el presidente Andrés Manuel López Obrador agrede un día sí y otro también a los
periodistas, a los activistas, a los opositores y a cualquiera que no doble la cerviz
ante sus exabruptos y autoritarismo, como sí hacen sus serviles y dóciles corifeos
y textoservidores, cuya dignidad vale menos que un plato de croquetas.
La andanada del presidente y de todos sus amanuenses en contra de la senadora
Xóchitl Gálvez ha sido tan feroz y desproporcionada –y miserablemente tolerada
por las autoridades electorales-, que la posibilidad de que de la violencia verbal y
simbólica se pase a la física no es descabellada ni impensable, lo cual ha sido
retomado por varios analistas y rechazado rabiosamente por los aplaudidores de
la dizque “cuarta transformación”.
Incluso, la noche de este miércoles los gobernadores de Morena publicaron un
enésimo desplegado acusando a quienes calificaron como “opinadores vinculados
al viejo régimen” de “sembrar temor, argumentando que la época de la violencia
política (que con mucho dolor y esfuerzo superamos las y los mexicanos) pudiera
regresar”.
No tiene que regresar lo que nunca se ha ido. Para muestra, el reciente asesinato
de la empresaria, activista y operadora de la precandidatura presidencial
morenista de Adán Augusto López Hernández en Poza Rica, Zayma Zoraya
Zamora, ejecutada a mansalva plena luz del día este martes.
Zayma Zamora fue candidata a la presidencia municipal de Poza Rica en el
pasado proceso electoral local en Veracruz. Seguramente buscaba una
candidatura el año entrante. Hoy está muerta y con ella se inaugura la temporada
de violencia asociada directamente a la política.
Tanto así, que hasta sus “compañeros” en Morena se han intentado deslindar de
ella, la criminalizaron y hasta pretendieron negar que apoyaba a una de las
“corcholatas”. Y no precisamente a la “favorita”.
Que los infames gobernadores de Morena se atrevan a decir que la época de la
violencia política ha sido “superada” es un insulto a la ciudadanía y una prueba de
su estulticia. Pero que Cuitláhuac García diga que “pedimos a estos opinadores
que dejen de ser irresponsables y a la oposición a que entienda que México ya
cambió, que el gobierno de la 4T promueve la libertad de expresión, que no
reprime ni genera violencia” es vomitivo.
Como su gobierno. Como todo este régimen.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
