Rúbrica
Saldo negativo
Por Aurelio Contreras Moreno
Quizás el principal saldo que deja 2024 y por lo que este año será recordado
históricamente es la destrucción de la idea de país edificada alrededor de la
alternancia electoral y la fallida transición a la democracia, así como la
restauración del régimen más anacrónico, centralista, iliberal y concentrador del
poder.
En los últimos tres meses, el morenato desmanteló un entramado institucional que
costó por lo menos tres décadas de construcción, con el único objetivo de
restaurar un sistema en el que no existan contrapesos a los deseos del grupo
gobernante, para lo cual dinamitaron la división de poderes, enterraron la
transparencia y la rendición de cuentas y, lo más grave, han demolido la mínima
normalidad democrática basada en el respeto al estado de Derecho, que hoy día
es un chiste.
Tomando por asalto a los poderes Legislativo y Judicial, el obradorismo –porque
quien toma las principales decisiones sigue siendo el mismo desde hace seis
años, y se llama Andrés Manuel López Obrador- convirtió en un circo de varias
pistas la creación de leyes para que éstas les permitan hacer, literalmente, lo que
les dé la gana. Con todos los riesgos que eso entraña.
La cerrazón, los oídos sordos, la soberbia y altanería de la que se quejaron por
décadas en los tiempos del PRI hegemónico y de las que se decían víctimas
cuando estaban en la oposición, son ahora la marca de la casa, su sello para
hacer una política por demás bananera, caprichosa, alejada del sentido común y
que paulatinamente se va volviendo cada vez más autoritaria, pues el mínimo
disenso les resulta intolerable.
Es notable que todo ello tenga como único sostén el clientelismo. Su estrategia de
compra de conciencias y voluntades a partir de la entrega de recursos les ha
redituado en grande, electoralmente hablando. Empero, es una política
insostenible.
Baste ver las dificultades que tuvieron para hacer cuadrar el presupuesto para
2025. Los recortes a la inversión en salud, educación, infraestructura, por
mencionar algunos rubros, son brutales. Y ni así alcanzó para cubrir el inmenso
agujero que para las finanzas públicas representan los llamados programas
sociales. En consecuencia, hubo que recurrir al déficit, el endeudamiento que
hipoteca el futuro pero que les alcanza todavía para sostenerse en el presente. Sin
embargo, también eso tiene un límite.
El 2025 se avizora con nubes negras en el horizonte. Con que Donald Trump
cumpla alguna de sus amenazas arancelarias bastaría para provocar una crisis de
niveles muy difíciles de manejar para un gobierno endeudado, que se ha dedicado
a destruir la confianza para la inversión con sus afanes autoritarios y la
desaparición de la certeza jurídica, y que además es débil, pues la presidenta es
constantemente ninguneada por quienes, en los hechos, tienen verdaderamente
las amarras del poder en el país.
A eso hay que sumar la marejada de violencia en todo el territorio nacional que ha
demostrado la total incapacidad –cuando no la abierta complicidad- del régimen
para cumplir con su principal función, que es garantizar la seguridad y la paz para
sus gobernados.
Termina un año que de muchas maneras será un parteaguas en la historia de
México. El saldo, desde una perspectiva personal de quien esto escribe, es
totalmente negativo para la democracia, la pluralidad y la libertad. Toca a la
ciudadanía empujar cuesta arriba para no perder el país.
La ropa sucia
La “solución” encontrada tanto por la presidenta Claudia Sheinbaum como por la
gobernadora Rocío Nahle a los pleitos de sus operadores y los señalamientos
mutuos de corrupción, que se arreglen en privado y sin hacer alharaca, es la mejor
prueba de cuál es su verdadero compromiso con la legalidad.
Asueto
La Rúbrica y su autor se tomarán un periodo de vacaciones por lo que resta del
año. A las y los lectores, felices fiestas. Nos leemos en 2025.
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