Rúbrica; La transmutación del PRI en Morena, Por Aurelio Contreras Moreno

El Partido Revolucionario Institucional “celebró” su 90 aniversario tal como lo haría
un ser humano de esa edad: plagado de achaques y con la certeza de la cercanía
de la muerte.
Solo que en el caso del PRI, se trata además de un anciano completamente
desprestigiado, repudiado por la sociedad y cuyo desahucio, por más que resulta
evidente e irreversible, aún se niegan a aceptar algunos al interior de ese otrora
sinónimo de poder absoluto.
A diferencia de sus descalabros en las elecciones presidenciales de 2000 y 2006,
esta vez el PRI se encuentra desmembrado como institución y acorralado como
partido. Si antes había que hacer fila y muchos méritos para crecer políticamente y
acceder a instancias de poder y decisiones públicas a través de sus siglas, ahora
es muy claro cómo su militancia desaparece para, como por arte de magia,
“renacer” engrosando las huestes de otras expresiones políticas con más “futuro”.
A nivel federal y en particular en el estado de Veracruz, su representación
legislativa se desplomó a tal grado, que se colocó en los mismos niveles de lo que
se ha calificado despectivamente como la “chiquillada” partidista. Y lo peor –para
los priistas- es que está en camino de tomar la misma irrelevancia de los que
alguna vez fueron sus “satélites”.
Ni uno solo de sus antiguos liderazgos cuenta con un mínimo de autoridad para
encabezar una postura de oposición con algo de dignidad y credibilidad ante los
electores, pues en mayor o menor medida la corrupción de muchos de ellos,
consentida y promovida durante años, terminó por carcomerlos. En especial en los
tiempos recientes, cuando la voracidad de sujetos como Javier Duarte, Roberto
Borge y el propio Enrique Peña Nieto terminaron por producir el hartazgo social
que se expresó en las urnas desde los comicios de 2016, y que alcanzó su punto
de ebullición el 1 de julio de 2018.
Pero a pesar de los “mea culpa” que expresan para tratar de justificarse y jurar un
arrepentimiento que en realidad no sienten, los priistas no están buscando
cambiar, pues no saben hacer política de otra forma. No saben estar en un partido
o en un régimen que no sea hegemónico. Y es por eso que varios ya migraron y
siguen saltando hacia el modelo que los representa, reproducido ahora por
Morena.
La debacle del PRI fue evidente desde 2016, así que desde entonces varios de
sus operadores le dieron a Morena el impulso que necesitaba para crecer. En
Veracruz eso fue sabido y sigue quedando al descubierto con la paulatina
incorporación a puestos de gobierno de representantes de las corrientes políticas
priistas que ayudaron al lopezobradorismo a afianzarse en el estado.
La más reciente “adquisición” del gobierno de la “cuarta transformación” fue la del
ex diputado local y ex presidente municipal de Oluta Fernando Kuri Kuri, recién
nombrado delegado del ISSSTE en la entidad y quien a su vez representa los
intereses de Jorge Carvallo Delfín, durante muchos años cercano colaborador del

ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, y que también se ha dejado ver cerca de la
administración estatal como “representante” de supuestos organismos cañeros.
Más que a la “Metamorfosis” de Kafka, la transmutación del PRI en Morena es
similar a la que sufre el personaje encarnado por Jeff Goldblum en la ochentera
película de David Cronenberg “La mosca”.
Repugnante.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras

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