Rúbrica
La presidentA que no mandA
Por Aurelio Contreras Moreno
Aunque la propia Claudia Sheinbaum intentó minimizar el hecho, el desaire de
este domingo momentos antes de que pasara a dar su discurso ante la
concentración masiva acarreada al Zócalo de la Ciudad de México, es fiel reflejo
de la verdadera correlación de fuerzas políticas al interior del morenato.
Mientras la presidenta saludaba a los invitados “VIP” –porque en la “cuarta
transformación” también hay niveles- de la primera fila frente al templete principal
–reservado éste para gobernadores e integrantes del gabinete-, los coordinadores
parlamentarios de la “4t” estaban más pendientes de “chacotear” con quien
representa el verdadero factor de poder: Andrés López Beltrán, el hijo del
expresidente Andrés Manuel López Obrador que busca “heredar” la jefatura del
movimiento y, en algún momento, la misma Presidencia de la República, como ya
resulta más que claro.
Los coordinadores de las bancadas de Morena en las cámaras de Diputados y
Senadores, Ricardo Monreal y Adán Augusto López Hernández, así como el líder
de los senadores del Partido Verde, Manuel Velasco Coello, literalmente ignoraron
que se acercaba la presidenta Claudia Sheinbaum y le dieron la espalda, pues su
atención estaba centrada en sacarse una foto con el dirigente de Morena en
funciones de secretario de Organización, el inefable “Andy” López Beltrán.
Al darse cuenta de la omisión y de que la presidenta estaba pasando de largo,
intentaron acercársele y le pidieron una foto. Pero Sheinbaum ya no se detuvo, los
ignoró y siguió caminando hacia el templete. Todo, captado en la transmisión
oficial de una concentración masiva sin justificación alguna, pues el motivo
original, llamar a la “unidad del pueblo” frente a la imposición de aranceles con la
que Donald Trump amenaza mensualmente a México, había desaparecido al
aplazarse la medida hasta principios de abril. Por cierto, ¿convocarán a más
mítines cada que el “bully” norteamericano vuelva a presionar con los
gravámenes?
Conscientes del monumental “oso”, evidenciado en transmisión nacional en vivo,
los legisladores se desvivieron en disculpas hacia Sheinbaum a través de las
redes sociales, dejando con ello constancia de que la presidenta no les tomaba las
llamadas, obligándolos así a “doblarse” públicamente. Apenas, una pingüe
revancha de una presidenta que ha sido ninguneada por esos mismos personeros
en el Congreso de la Unión.
Basten dos botones de muestra de lo anterior: en la designación de la presidencia
de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Claudia Sheinbaum tenía una
candidata, Nashieli Ramírez; pero al final se impuso, literalmente, la reelección de
Rosario Piedra Ibarra, operada por Adán Augusto López Hernández, quien por
supuesto recibió “línea” para contravenir a la presidenta de México que, a su vez,
se aguantó la humillación. Algo inaudito en la historia del ultrapresidencialista
sistema político mexicano.
No ha sido ése el capítulo más ominoso para la primera mujer en encabezar el
Poder Ejecutivo en México en lo que lleva en la “silla”. Claudia Sheinbaum impulsó
una reforma constitucional para evitar la reelección directa en cualquier cargo de
elección popular, así como la “herencia” de alcaldías y gubernaturas entre
familiares, lo que implicaba que en las elecciones municipales en proceso en
Veracruz y Durango no se pudieran postular hijos, cónyuges, primos, cuñados ni
familiar alguno de los gobernantes en funciones.
Eso provocó una rebelión en el seno de los partidos “tetratransformados” –incluido
Morena- que obligó a Sheinbaum a ceder un poco y aceptar que las reformas
entraran en vigor hasta las elecciones intermedias de 2027. Sin embargo, y a
diferencia de cómo ocurrió en el anterior sexenio, que a las iniciativas de López
Obrador no se les movía ni una coma, las de Sheinbaum las aprobaron con una
“pequeña” adecuación: entrarán en vigor hasta 2030, cuando acabe el sexenio. Si
es que llegan a hacerlo, en realidad.
Contra eso, que la ignoraran en el Zócalo es lo de menos. Pero es fiel reflejo de la
realidad.
Mordaza
Mi solidaridad con mis compañeros periodistas Ruby Soriano en Puebla y Alberto
Morales en Xalapa, a quienes pretenden acallar en sus críticas al poder a través
de la aplicación torcida y facciosa de la figura de la violencia política de género.
La embestida censora del régimen está con todo.
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