No fue ni siquiera oculta la operación en favor de los candidatos de Morena que
varios priistas realizaron durante los comicios de 2018, tanto a nivel federal como
estatal.
Incluso, desde 2016 en Veracruz, en la agonía del gobierno de Javier Duarte, la
consigna para los operadores distritales priistas era apoyar a los candidatos a las
diputaciones locales y dejar solo al abanderado a la gubernatura, Héctor Yunes
Landa, con quien el duartismo tenía una pésima relación. Lo mismo sucedió dos
años después con José Yunes Zorrilla.
La apuesta en ambos periodos electorales era, ante la certeza de la inevitable
derrota priista, evitar que el PAN regresara a la Presidencia y que se mantuviera
en la gubernatura de Veracruz tras haberla ganado en 2016. Y para ello, la opción
del PRI era Morena.
Fue de hecho muy evidente que desde la Presidencia de la República, todavía
encabezada por Enrique Peña Nieto, se utilizó al aparato judicial del Estado
mexicano para beneficiar al lopezobradorismo, haciendo públicos los detalles de
una acusación en contra del abanderado panista Ricardo Anaya con el fin de
hacer propaganda en su contra, ya que las imputaciones nunca procedieron.
Desde entonces se habló de un presunto “pacto” entre Peña Nieto y Andrés
Manuel López Obrador para que, una vez que el segundo arribara a la
Presidencia, aquel gozara de cabal impunidad. Lo cual, por supuesto, se negó con
contundencia.
Sin embargo, un año después del arribo de Morena al poder, el mexiquense vive
la vida loca con su nueva pareja, paseando por el mundo sin que en México sea
molestado ni con el pétalo de una insinuación de que será investigado por sus
múltiples y bien conocidas corruptelas. Son los hechos, más allá de las
especulaciones.
Y lo que también es un hecho es que el PRI ha decido buscar el cobijo del
régimen de la autodenominada “cuarta transformación” apoyando, velada o
abiertamente, sus decisiones.
Eso quedó claro cuando, escudados en una supuesta “propuesta alterna”, los
senadores del PRI fueron omisos en la votación para reponer el ilegal proceso de
designación de la Presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y
con ello, convalidar tácitamente la llegada de Rosario Piedra para desmantelar ese
organismo y ponerlo a los pies del régimen.
Asimismo, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, ha sido
criticado por su tibieza a la hora de señalar los despropósitos de la “4T” y ni de
chiste osa tocar al Presidente de la República. No vaya a ser la de malas y al
siguiente día amanezcan congeladas sus cuentas bancarias y abierta una carpeta
de investigación en su contra.
La más reciente maroma de los gobernadores priistas fue la manifestación
unánime de apoyo y adhesión de sus respectivos gobiernos al hasta ahora
ineficaz Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), luego de una comida con el
propio López Obrador en Palacio Nacional.
A su vez, el presidente le ha devuelto la cortesía a los mandatarios priistas
visitando sus entidades hasta para inaugurar obras paupérrimas con tal de
manifestarles cercanía, como es el caso con el gobernador de Oaxaca, Alejandro
Murat, a quien López Obrador le tiene especiales consideraciones, al grado que le
sugirió a su homólogo de Veracruz, Cuitláhuac García, que vaya al estado vecino
para que aprenda a hacer carreteras.
Camaleónico, pragmático y acomodaticio como pocos partidos en la historia, el
PRI (antes PNR y PRM) vive su cuarta transformación con el gobierno de Morena.
Que no le extrañe ver a la familia reunida en los comicios de 2021.
Solidaridad con Sergio Aguayo
El embargo de sus propiedades decretado por un impresentable juez de la Ciudad
de México al académico Sergio Aguayo por criticar al muy corrupto ex gobernador
priista de Coahuila, el gordillista Humberto Moreira, es una prueba más del
enorme peligro que corre la libertad de expresión en México en estos momentos.
Solidaridad plena con Sergio Aguayo y repudio absoluto a estas regresiones,
propias de un país bananero.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
