Rúbrica… Herencia envenenada, Por Aurelio Contreras Moreno

Rúbrica
Herencia envenenada
Por Aurelio Contreras Moreno

Hasta el último momento, Andrés Manuel López Obrador le hizo sentir a Claudia
Sheinbaum que quien manda es él, y que el único líder del movimiento que se
mantuvo y la entronizó en el poder, es él.
Contrario a la tradición política en México, en la que una vez electo el siguiente
presidente, el saliente le cedía los reflectores y el escenario para que tomara
paulatinamente las amarras del poder, López Obrador nunca le permitió a su
sucesora un papel ni cercanamente protagónico tras las elecciones del 2 de junio,
a diferencia de lo sucedido seis años atrás.
Fue al revés. Desde junio, López Obrador redujo a la primera presidenta de
México al rol de “dama de compañía” en sus propias giras por el interior del país y
en algunas “mañaneras”. Le impuso una agenda personal y política e incluso, la
obligó a aceptar sin pestañear reformas constitucionales con cuyas consecuencias
será ella quien las tenga que lidiar.
Sheinbaum aceptó ese papel. Por conveniencia política, por temor a perder la
confianza del líder que la colocó ahí y quizás hasta por convicción. Pero a partir de
este martes 1 de octubre la responsabilidad política, histórica y sobre todo legal de
lo que suceda en el país es suya. De nadie más. Así que más le vale asumirlo
como tal.
Y lo que recibe no se parece en nada al país de fantasía que la propaganda del
régimen difunde sin rubor. El México que gobernará Claudia Sheinbaum sangra en
medio de una violencia generalizada, más aguda en algunas regiones, pero que le
afecta a todo el territorio y que provocó en el sexenio que termina la dantesca cifra
de 200 mil personas asesinadas. Un hito trágico en la historia nacional del que por
supuesto, el que se va jamás se hará cargo ni asumirá responsabilidad alguna.
Como pasó durante todo su sexenio.
Sheinbaum tendrá el enorme reto de enfrentar la violencia en medio de un
escenario en el que el crimen organizado está totalmente enseñoreado en amplias
franjas territoriales, donde en los hechos el Estado fue borrado y solo vale la ley
que los delincuentes imponen. Pero su única arma a la mano será la de los
militares, cuya actuación en labores de seguridad pública lleva 18 años siendo un
fracaso, a pesar de lo cual esa estrategia se profundizó mientras a la casta
castrense se le entregó todo el poder, ahora incluso hasta para investigar a
ciudadanos comunes, mientras a los criminales les piden que ya “arreglen” sus
diferencias.
Aunado a ello, y aun cuando pudiese parecer lo contrario, la demolición del estado
de Derecho que ha supuesto la embestida contra el Poder Judicial de la
Federación operará en su contra. Jueces venales y de consigna serán fácilmente
cooptados por la delincuencia, dejando a su vez a los ciudadanos en la
indefensión absoluta, lo que inevitablemente repercutirá en los índices de violencia
y de corrupción. Una tormenta perfecta que en la borrachera de poder no han
querido ver, pero que podría ser arrasadora en la resaca.

Por si no fuese suficiente y pese al falso triunfalismo con el que se conduce el
régimen, la situación económica y financiera del país pende de un hilo a punto de
romperse. La deuda que le hereda López Obrador a Claudia Sheinbaum por 6.6
billones de pesos supera la mitad del Producto Interno Bruto del país y, al ya no
existir los fondos de estabilización que se recibieron de otras administraciones,
mantener el ritmo del gasto público, especialmente en el único verdadero éxito del
obradorato que son los programas sociales-clientelares, se vuelve prácticamente
imposible sin subir impuestos o contratar todavía más deuda. O hasta aplicar la de
Echeverría, imprimir billetes.
Adicionalmente, la amenaza de una recesión de la economía de los Estados
Unidos y la falta de certeza jurídica para invertir en México derivada de la reforma
judicial afectará la actividad productiva y los ingresos de las familias mexicanas,
que cada vez dependen más de las remesas enviadas desde Estados Unidos
–que en buen volumen se sospecha que sean más bien producto del lavado de
dinero- o de los programas clientelares, que están en el límite de la
insostenibilidad.
Junto con todo lo anterior, un sistema de salud devastado, infraestructura
carretera que se cae a pedazos, crisis humanitarias como la de los desaparecidos
y la violencia feminicida, una corrupción galopante, un tejido social roto y una
sociedad confrontada y fracturada son parte de la herencia envenenada con la que
Claudia Sheinbaum iniciará su mandato, acotada por su antecesor, que le puso a
más de la mitad del gabinete, quien no parece tener intención alguna de jubilarse
de la política y más bien, pretende seguir ejerciendo el poder desde “La
Chingada”, su rancho en Palenque, Chiapas.
A partir de hoy, se escribirá una nueva historia. Esperemos no sea otra de terror.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras

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