Rúbrica
Desvíos comprobados en el gobierno de Cuitláhuac
Por Aurelio Contreras Moreno
“Muerto el rey, viva el rey”, dice un refrán, aplicable casi siempre en los cambios
de gobierno. Incluso, en los que son de un mismo partido, como sucede en
Veracruz.
Después de ponerle “estrellita” a todas sus cuentas públicas mientras estaba en el
poder, la titular del Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz (Orfis), Delia
Gonzáles Cobos, le dejó ir “la voladora” y exhibió –aunque fuera muy por encimita-
al exgobernador Cuitláhuac García Jiménez, al admitir que en su administración
se contrataron empresas “fantasma” –así como las de Javier Duarte- y que
siempre no fue tan “pulcro” el desempeño de las diferentes secretarías durante el
sexenio anterior.
Al comparecer ante diputados locales de la LXVII Legislatura, la auditora general
del Orfis reveló lo que muchos señalaron durante años, con documentos en mano,
y que durante todo el anterior gobierno fue ignorado: que hubo una corrupción
galopante de la que el “honesto” Cuitláhuac “no se dio cuenta”.
A pregunta expresa del diputado Héctor Yunes –el único opositor que hace alguna
clase de ruido en la LXVII Legislatura de Veracruz-, Delia Gonzáles Cobos informó
que hay de 280 a casi 300 expedientes abiertos de la pasada administración que
podrían acabar en denuncias penales.
“Estamos realizando aproximadamente 280, casi 300 expedientes de
investigación que se inician una vez que concluye el procedimiento de
fiscalización, y que el propio Congreso nos instruye para que iniciemos y le demos
el seguimiento a esos presuntos daños patrimoniales” dijo la auditora.
Pero el tema más grave y que encierra el “modus operandi” de los desvíos en el
sexenio de Cuitláhuac García es el de la contratación de empresas “fantasma”,
esquema fraudulento que por primera vez fue reconocido por el organismo
fiscalizador.
Yunes Landa planteó el caso de una compañía fantasmagórica, “Soluciones y
Milagros”, instalada en una casa de una colonia popular de Xalapa, la cual se dio
de alta como proveedora de ropa, pero a la que el gobierno de la “bendición” –así
le decía Andrés Manuel López Obrador a Cuitláhuac- le compró desde lapiceros,
folders, persianas y tóner para impresora, hasta agua purificada e incluso la
consideraron como proveedora de equipo médico. Ya sabe, de esas empresas
que hacen “de todo” y que aparecen de vez en vez en cada sexenio para llenar los
bolsillos de “alguien”.
Además, la compañía fue creada de manera “exprés”, como una Sociedad por
Acciones Simplificada, lo que permite que se constituya en 24 horas y sin
necesidad de fe notarial. Y lo mejor de todo, es que el “dueño”, de nombre
Mauricio Gómez Castañeda, aparece en el padrón de militantes de Morena. Hasta
pareciera que fue Javier Duarte quien les pasó los “tips” para desfalcar las arcas.
Acorralada, la auditora admitió que el Orfis detectó apenas ocho compañías
inexistentes a las que, en cambio, se les dieron contratos reales por más de 205
millones de pesos, que constituirían un daño patrimonial al erario del estado de
Veracruz. Un robo, para decirlo en términos llanos y simples. Pero eso, en
realidad, es una bicoca.
Varias investigaciones periodísticas dieron cuenta que el monto desviado en
Veracruz durante el sexenio de Cuitláhuac García bajo este esquema supera los
cinco mil millones de pesos, y que las empresas “fantasma” no son ocho, como
asegura Delia González, sino 227. Un atraco del que tanto Rocío Nahle como
Claudia Sheinbaum están perfectamente al tanto.
La gobernadora tiene el deber de actuar en contra de quienes se robaron
descaradamente el dinero que debió usarse en medicinas, hospitales, carreteras,
escuelas. Y la presidenta debería verdaderamente considerar remover de manera
fulminante del cargo federal que le dio al responsable, por obra u omisión, de esa
ratería.
¿Se atreverán a proceder contra el protegido de “ya saben quién”? ¿O aquí no
aplica lo de no robar, no mentir y no traicionar al pueblo?
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