Las razones por las que se recordará el penúltimo Desfile Cívico Militar del gobierno de Andrés Manuel López Obrador no están en cómo las Fuerzas Armadas exhibieron sus capacidades a lo largo de la jornada, en la que también se celebró el 200 aniversario de la creación del Colegio Militar.
Las pistas están más del lado emotivo que logró despertar al recordar a dos elementos caídos y en cómo las Fuerzas Armadas son vistas por la población como una institución que genera confianza.
Los carros alegóricos en que se recordó a los perros rescatistas Frida y Proteo generaron una ovación a su paso por el Zócalo de la Ciudad de México y a lo largo de Paseo de la Reforma que superaron el del resto de los 13 mil 805 elementos castrenses que participaron en el desfile.
Al mando de su entrenador, Roko, un perro pastor alemán en plenitud de sus facultades físicas y de entrenamiento demostró sus habilidades, piruetas y evoluciones.
Por casi dos horas desfilaron elementos del Ejército, de la Marina, de la Guardia Nacional, y sobrevolaron pilotos sobre el Centro Histórico.
La catarsis, sin embargo, vino al cerrar el desfile, cuando miles de personas llegaron al Zócalo para seguir escuchando la música de las bandas, ver a las soldados bailar al ritmo de cumbias, subir a las tanquetas y a los jeeps, y tomarse fotos con los soldados, marinos y cadetes.
De acuerdo con encuestas del Inegi, la confianza de la población en la Marina ronda 90% seguida por el Ejército. Tal vez por ello el deseo de los asistentes de tomarse fotografías con los elementos de las dos corporaciones y hacer fila para subir a los vehículos.
A la gente parece importarle poco que el Presidente de la República haya decidido no invitar a los poderes Legislativo y Judicial a la principal ceremonia del calendario cívico de México.
Otro hecho histórico que pasó inadvertido para quienes aplaudieron el paso de los aviones dejando sus rastros de humo en el cielo es que sólo hubo un orador, el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval.
En 2022, los oradores fueron el titular de la Sedena, los secretarios de Marina y de Seguridad y Protección Ciudadana, y el Presidente de la República. En ese entonces se vivía en el Congreso la discusión de la adhesión de la Guardia Nacional a la Sedena.
Entre la algarabía generada por el paso de las 33 banderas de guerra de corporaciones militares mexicanas, de 19 delegaciones extranjeras, del despliegue de vehículos terrestres, marinos, anfibios, aéreos, manuales con mando a distancia y del intenso calor que se vivió, se produjo otro suceso trascendente: la presentación a la ciudadanía del Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Ricardo Trevilla, como comandante del desfile.
El Estado Mayor Conjunto fue creado por López Obrador como una instancia para hacer compatibles al Ejército, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional en sus tareas operativas.