- El último adiós para Tomás Contreras se lo dieron sus amigos reporteros
Por: Guillermo Ramos Murillo
*** TAL Y COMO lo marcan nuestras costumbres, después de una misa de cuerpo presente en la catedral de la Inmaculada Concepción, el cuerpo de Tomás Contreras García fue llevado hasta su última morada del panteón municipal.
Dejen les comento, no acostumbro asistir a los velorios ni a los sepelios aún de mis amigos más cercanos desde que mataron hace ya casi 34 años al también periodista y corresponsal de la revista ¡Alarma!, Fernando Cerezo Alvarez.
Me deprime demasiado todo lo que acontece alredor de un cortejo fúnebre desde la
entrada al camposanto, hasta el momento mismo de entregar el cuerpo a la Madre Tierra, pero aún más, me deprime ver y escuchar el llanto de los seres queridos que no se resignan al saber que ya no volverán a ver jamás a esa persona que tanto amaron, llámese un padre, una madre, un hijo o tal vez un hermano.
En esos momentos no existen palabras de aliento precisas, una frase o una explicación que reconforte el dolor que solo los dolientes sienten y es casi imposible entender lo que los familiares están sintiendo por la partida de su ser querido.
Me queda muy claro que ya no volveremos a ver ni a estar cerca del buen Tomás, del amigo, del padre amoroso, del padre de familia, el hombre que con su pluma nos deleitó redactando miles de notas periodísticas a su estilo muy personal.
Ya no volveremos a leer sus reportajes de los cañeros de la zona, notas rojas sensacionales como la muerte del hombre leyenda Toribio Gargallo Peralta y sus pistoleros o un malandro del norte ex militar idetificado como “El Rojo” que se internó en la sierra de Tezonapa y fue abatido por el Ejército. Hoy Tomás Contreras ya es parte de esa historia.
A toda la familia de Tomás Contreras y mis amigos reporteros, desde este espacio les pido una disculpa por no estar presente, aunque les comento no ando muy bien de salud, pero prefiero recordar a Tomás con una imagen fresca y sana como la última vez que platicamos en la calle.
A mis tres lectores, como les dije hace no mucho tiempo, tarde que temprano, todos llevamos el mismo destino, nos podremos salvar de un rayo, pero de la raya, nunca. Hasta pronto amigo Tomás…
