Los desfiguros de los días previos al segundo informe de gobierno del presidente
Andrés Manuel López Obrador son un retrato hablado, fidedigno, de lo que ha sido
el régimen de la autoproclamada “cuarta transformación” desde que asumió el
poder.
El desprecio por la legalidad y la primacía del populismo barato, el uso abusivo y
faccioso del aparato propagandístico gubernamental para difamar a supuestos
adversarios, así como la vergonzosa “pepena” de legisladores para hacerse de la
mesa directiva de la Cámara de Diputados, por citar tres ejemplos, dan cuenta de
la ínfima calidad democrática en la que tienen sumido el país los políticos sin
escrúpulos, simuladores y corruptos que lo han secuestrado.
Mientras esta misma semana México avanza sin freno hacia las 65 mil muertes a
causa de la pandemia que el gobierno atendió desastrosamente, para el
lopezobradorismo es más importante verle la cara a la población convocando a
consultas “patito” para “enjuiciar” ex presidentes a sabiendas de que es
inconstitucional la pretensión de hacer “justicia” por aclamación popular, además
de que cualquier delito que se les achaque –salvo los que pudieran imputarse a
Enrique Peña Nieto de 2014 en adelante y los que se comprobasen como de lesa
humanidad- ya prescribió.
La justicia, claramente, no es el objetivo de esta campaña promovida con recursos
del erario, sino la pirotecnia mediática que exacerbe el resentimiento de los
seguidores de la “4t” y los mantenga activos, haciendo propaganda en favor de la
“lucha contra la corrupción” de un gobierno y del movimiento del cual emergió que,
en más de una ocasión, han sido exhibidos cayendo en las mismas prácticas que
supuestamente “combaten”.
Conocida es, por otra parte, la proverbial intolerancia del presidente López
Obrador y del régimen que encabeza no solo hacia la crítica social y periodística a
sus decisiones, sino a la mínima discrepancia respecto de los deseos del líder de
un movimiento que reacciona cada vez más como una secta fanatizada.
Si desde dentro alguien se atreve a cuestionar o disentir, es expulsado ipso facto,
como se oficializó este mismo lunes con la salida de Víctor Manuel Toledo de la
Secretaría del Medio Ambiente tras la difusión de audios en los que criticó
abiertamente la farsa de la “cuarta transformación”. Si un organismo civil o un
medio de comunicación señalan los vicios de los programas “estrella” del
gobierno, son difamados desde la nueva “inquisición” de las “mañaneras” con
medias verdades y mentiras completas, lanzando sobre éstos a todo el aparato
gubernamental para intentar desacreditarlos. Así la libertad de expresión y
pensamiento en tiempos de la “cuarta”.
Asimismo, el lamentable espectáculo ofrecido en la Cámara de Diputados en la
víspera del arranque del tercer año de sesiones quedará inscrito con letras de
inmundicia en la vida pública del país. Partidos como el PT y legisladores como
Gerardo Fernández Noroña demostraron que los principios que supuestamente
defienden son retórica de quinta, pues a la hora de buscar posiciones de poder
son capaces de revolcarse en el mismo charco de heces con quienes hasta un
minuto antes tachaban de corruptos y hasta de asesinos. Mientras que la voluntad
de las urnas se subasta al mejor postor en la “casa del pueblo”.
Toda esa patética puesta en escena transcurre en medio de los delirios de un
presidente que jura ser el segundo mejor del mundo, que se dice liberal y hace
spots como de predicador evangélico, que asegura combatir la corrupción pero la
justifica cuando los suyos son los protagonistas, que vende boletos de la rifa de un
avión que no se va a rifar y que llega a la fecha de su segundo informe sin tener
en realidad nada que informarle a los ciudadanos, más que la proyección de sus
entelequias y espejismos.
La “4t”, de cuerpo completo.
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Twitter: @yeyocontreras
