Alemania ganó el EuroBasket, pero, como en el futbol, sufrió racismo

Alemania alzó el EuroBasket 2025. Con Dennis Schröder como líder en la duela y figuras como Isaac Bonga, Maodo Lo y Johannes Thiemann, el equipo alemán firmó un torneo espléndido. Pero mientras levantaban el trofeo, cargaban también con una herida que no sana: el racismo.

En el futbol la situación no ha sido muy distinta. En el caso de Alemania, desde hace décadas la Bundesliga es un ejemplo de mestizaje. Con los cuatro jugadores antes citados, todos de raíces africanas, el deporte ráfaga no se quedó atrás en sus intenciones de integración, pero tampoco ha librado los insultos por el color de piel de algunos de sus jugadores.

Durante la fase de grupos, en un partido contra Lituania, en Finlandia, Schröder fue víctima de gritos racistas (ruidos de mono) por parte de aficionados. Lo denunció de inmediato. “Eso no tiene lugar en nuestro deporte. Es muy triste vivirlo”, dijo. La FIBA actuó: vetó al agresor y prometió revisar el caso. Pero la ofensa ya estaba hecha.

Isaac Bonga no sufrió ataques durante el torneo, pero no desconoce los insultados en partidos de la liga alemana. “Mono. Vuelve a tu país”, ha escuchado desde las gradas, palabras que no se borran con el premio al mejor defensor del torneo.

Maodo Lo y Johannes Thiemann no han hecho declaraciones recientes sobre racismo, pero su sola presencia —hijos de la migración, hombres negros vistiendo los colores de Alemania— es un acto de resistencia.

Schröder, tras el incidente, mencionó a Vinícius Jr., el brasileño estrella del Real Madrid, y reconoció algo inquietante: aunque el éxito lo rodea, sabe que nunca será visto igual que un Nowitzki. “Por el color de mi piel”, dijo. Esa afrenta no la borra el oro europeo.

Alemania ganó el EuroBasket, pero sus jugadores siguen peleando por algo más elemental: el derecho a ser vistos, respetados y celebrados sin que su color sea una barrera. En 2025, el racismo sigue presente en las arenas y las tribunas.

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