Boda de Ale Capetillo: así replicó momentos clave del enlace de Biby y Eduardo Capetillo

El pasado 24 de mayo de 2025, Alejandra Capetillo vivió uno de los momentos más significativos de su vida al contraer matrimonio con Nader Shoueiry.

La ceremonia se celebró en la majestuosa Hacienda Zotoluca, en Hidalgo, y no tardó en convertirse en uno de los eventos más comentados del mundo del entretenimiento nacional.

Más allá del vestido y el entorno, lo que más llamó la atención fue el aire de familiaridad con el que muchos espectadores revivieron otra boda que, décadas atrás, capturó la atención colectiva: la de sus padres, Biby Gaytán y Eduardo Capetillo.

Las comparaciones no tardaron en surgir y las coincidencias, lejos de ser meras casualidades, revelaron un patrón de elegancia, tradición y herencia emocional.

Dos ceremonias religiosas 

En ambas uniones, el matrimonio fue sellado bajo el rito católico. Biby Gaytán y Eduardo Capetillo contrajeron matrimonio el 25 de junio de 1994 en la Hacienda de Chiconcuac, en Morelos, un escenario lleno de historia que enmarcó su amor juvenil con un aire de solemnidad y tradición.

Treinta años más tarde, su hija Alejandra seguiría un camino casi paralelo, celebrando su boda religiosa en la Hacienda Zotoluca, en Hidalgo, un lugar igualmente simbólico por su arquitectura virreinal y su cercanía a las raíces familiares.

La decisión de ambos matrimonios de optar por ceremonias religiosas resalta no sólo un apego a las creencias espirituales, sino también un compromiso con el legado familiar y cultural que define a los Capetillo-Gaytán.

Un fenómeno mediático

La boda de Biby y Eduardo fue televisada a nivel nacional, marcando un hito en la cobertura de eventos sociales en la televisión mexicana.

El enlace fue visto por millones de personas y se convirtió en un referente de las bodas de celebridades en los años 90. Vestidos clásicos, lágrimas en pantalla y una puesta en escena digna de un cuento de hadas sellaron aquel momento en la memoria colectiva.

Tres décadas después, Alejandra no necesitó de la televisión tradicional para lograr un impacto mediático similar. Su enlace fue tendencia en redes sociales, particularmente en Instagram y TikTok, donde imágenes y clips del evento circularon con rapidez.

La cobertura digital fue masiva y espontánea, con decenas de medios siguiendo de cerca cada paso de la pareja, desde los preparativos hasta los detalles del banquete. Aunque los formatos han cambiado, el magnetismo social de la familia permanece intacto.

Ale Capetillo y Biby Gaytán se casaron jóvenes

Tanto Biby como Alejandra llegaron al altar siendo muy jóvenes. En 1994, Biby tenía apenas 21 años cuando dijo «sí, acepto» frente a Eduardo Capetillo. Alejandra, por su parte, tenía 25 años cuando contrajo matrimonio con Nader Shoueiry. La juventud en ambos casos no fue impedimento, sino motor de ilusión. En sus respectivas épocas, las dos mujeres irradiaron frescura y determinación, confiadas en los lazos que estaban construyendo.

Ritmo mexicano: la música como alma de la celebración

Uno de los elementos más simbólicos que conectan ambas bodas es el uso de música tradicional mexicana durante las celebraciones. En 1994, Biby y Eduardo eligieron mariachis para amenizar la recepción, integrando canciones del folclore nacional que resonaban con sus raíces. Del mismo modo, en la boda de Alejandra también se escucharon acordes de mariachi, aunque en su boda hubo una fusión con la cultura libanes.

Más allá del vestido: los detalles personales

Otro paralelismo se dio en la elección de accesorios significativos. Aunque no se ha confirmado que Alejandra utilizara una joya heredada, medios mencionaron que sí llevó una pulsera de oro blanco que le fue entregada por su madre días antes del enlace, como símbolo de protección y bendición.

En 1994, Biby también usó un par de pendientes de perlas que pertenecieron a su abuela, convirtiendo la joyería en una expresión íntima de continuidad femenina.

La boda de Alejandra Capetillo no fue simplemente un acontecimiento romántico en tiempos modernos. Fue una ceremonia que, a través de detalles, gestos y decisiones conscientes, rindió tributo a una historia familiar con raíces profundas en el espectáculo mexicano.

Si la boda de Biby y Eduardo representó la consolidación de un romance frente a millones de televidentes, la de Alejandra encarna la evolución de ese legado en una era digital.

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