Rúbrica… Odio, encono y muerte, el legado de AMLO, Por Aurelio Contreras Moreno 

Rúbrica
Odio, encono y muerte, el legado de AMLO
Por Aurelio Contreras Moreno

Exactamente en una semana concluye el sexenio de Andrés Manuel López
Obrador. Prácticamente no hay dato alguno –real, no de los “otros datos” que se
inventa el presidente saliente para torcer la realidad- que pruebe consistentemente
desarrollo o crecimiento real para el país.
Por el contrario, los indicadores en materia de salud, de educación, de crecimiento
económico, de derechos humanos, de democracia, de libertad de expresión, de
rendición de cuentas y principalmente de seguridad muestran retrocesos
alarmantes, algunos incluso históricos, de un gobierno manejado con las vísceras,
con miles de prejuicios y con un sentido paternalista y patrimonialista que ya ha
fracasado en un pasado al cual están llevando aceleradamente al país con
reformas retrógradas y autoritarias.
La reforma militarista, junto con la que desmantela al Poder Judicial de la
Federación, son las más regresivas de todas las enmiendas legales impulsadas
durante el sexenio que fenece y cuyo objetivo no es garantizar la seguridad, la paz
ni el acceso a la justicia para la población, sino establecer un control férreo,
absoluto y autoritario sobre la vida pública y hasta la privada de las y los
mexicanos. Y si bien –todavía- no puede afirmarse que se ha establecido una
dictadura en México, los factores que las distinguen se asoman cada vez con
mayor temeridad.
De contar con un sistema electoral que llegó a verdaderamente brindar certeza
sobre el respeto al sufragio ciudadano y que costó décadas, vidas y mucha sangre
construir, con el obradorismo se ha retrocedido de nueva cuenta a organismos
cooptados por el poder, que conceden mayorías que no otorgaron las urnas y que
fueron incapaces –si no es que cómplices- de frenar la oleada de ilegalidades que
marcaron y mancharon la última elección, ilegítima de origen y que en ese pecado,
llevará la penitencia.
La restauración autoritaria hacia –por lo menos- un sistema de partido hegemónico
más sofisticado que el de la época priista lleva a una inevitable reducción de los
márgenes para la libre manifestación de la pluralidad de ideas. Pensar diferente,
defender posturas divergentes o antagónicas a las del poder hoy en día es
merecedor de epítetos como el de “traidor a la patria”, la más grave imputación
que se le pueda hacer a un ciudadano, y es la muestra diáfana de una creciente
intolerancia que termina por acotar o suprimir libertades. La de pensar, en primer
lugar.
El efecto más pernicioso de esta situación está a la vista. La sociedad mexicana
está dividida, enfrentada como nunca antes, colocada en bandos irreconciliables
que han provocado fracturas en familias, en amistades y en general en la
convivencia cotidiana. Las diferencias de criterio y de pensamiento hoy se erigen
como obstáculos insalvables gracias a una feroz propaganda que estigmatiza, y a
un clientelismo desbordado que compra conciencias y logra que se justifique

cualquier atrocidad, a cambio de migajas que solo esconden problemas que no se
solucionan.
La última semana del sexenio transcurrirá como corrió todo este periodo: en medio
de la violencia –verbal, único recurso discursivo del morenato; y física, con una
cifra dantesca de casi 200 mil homicidios dolosos-, mientras la nueva-vieja clase
gobernante se revuelca en el fango de una orgía de poder que los mantiene
ensoberbecidos y alejados de la realidad, ésa en la que los ciudadanos apenas
sobreviven y que si reclaman, les caen a palos los muy “humanistas” y
“transformadores” restauradores del más viejo y arcaico régimen.
Tan obsesionado que está López Obrador con pasar como “héroe” a la historia,
para que su legado se reduzca a dejar al país hundido en el odio, el encono y la
muerte. Pero eso fue lo único que construyó. Y lo lamentarán y padecerán las
próximas generaciones.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras

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