AMATITÁN, Jalisco.- Así como a los ocho años estaba maravillado por el espectáculo que veía en una carpa en el barrio de Analco, Guadalajara, la noche del lunes, a sus 93 años, Ignacio López Tarso miraba con asombro lo que estaba frente a él.
Reía como un niño, aplaudía y levantaba su mano como muestra de agradecimiento. Frente a él ya no había una carpa, sino un escenario y una representación de Mayahuel, la diosa del tequila.
El primer actor recibía un homenaje por sus 70 años de carrera artística en el marco de la segunda edición del Festival Internacional de Cine de Tequila (FICT). El lugar era el municipio de Amatitán, lugar de amates, uno de los que forman parte de la Ruta del Tequila.
En Amatitán grabó la cinta Toña Machetes, en 1983, y donde encontraría el amor, cuando conoció a su actual novia, doña Gabriela Romo de la Peña.
Antes de subir al escenario donde fue ovacionado por los pobladores de lugar y de los municipios aledaños que se dieron cita, López Tarso recorrió una parte del centro y llegó a la plaza principal de Amatitán.
Tras ser reconocido por el alcalde y funcionarios de cultura invitados, recibió las llaves del municipio, un cuerno de toro para servir tequila y un cuento escrito en su honor.
Ignacio López Tarso no dejaba de sonreír. Se puso de pie y quiso agradecer al público, pero como estaba a nivel de piso, no lo veían. “¡Que se suba, que se suba!”, gritaba la gente, pero alguien dijo que no podía porque le dolían las rodillas.
¿Cómo que no me ven? Pues me subo”, dijo el actor.
“Me quito el sombrero (literal) primero ante todos ustedes. Es una gran honor para mí estar hoy en Amatitán, en esta ceremonia de inauguración del Festival de Tequila.
“Conozco muy bien de tequilas y soy catador, llegué aquí, hace ya muchos años. Aquí en Amatitán he conocido a una mujer muy hermosa que es mi novia, es mi amiga, es mi consejera, es mi mano derecha, es todo para mí, doña Gabriela. Doña Gabriela Romo De la Peña”, exclamó el actor ya sobre la tarima.
El actor de la cinta El hombre de papel (1963) habló de su experiencia del final de la Época de Oro del cine mexicano. “Ya no había oro, ya se lo habían terminado”, dijo entre risas, y de cómo fue que conoció a grandes figuras del séptimo arte y como compartió con María Félix, Dolores del Río, Emilio Fernández y Pedro Armendáriz en La cucaracha (1958), de los cuales se hizo muy amigo.
La ge n te quedaba sorprendida ante sus relatos, mientras bomberos, elementos de la Cruz Roja y el cuerpo de la policía municipal, cargando armas M16, custodiaban el lugar.
ADIÓS DESCANSO
Tras el homenaje que le rindió el festival, se ofreció una cena en su honor en la hacienda San José del Refugio, pero antes el actor tuvo oportunidad de platicar con los representantes de los medios de comunicación.
Contó que llevaba cuatro días seguidos de dar dos funciones de teatro por día en Culiacán, Monterrey y la Ciudad de México. Que el lunes y martes descansa, pero al recibir la invitación del certamen no podía negarse.
Durante sus 70 años de trayectoria, el intérprete ha hecho 53 cintas, gran cantidad de obras de teatro y telenovelas. Subrayó que un actor se forma en el teatro, respaldado por la academia, pero que se da a conocer gracias a la televisión, como a él le sucedió.
López Tarso recordó cada cosa como si hubiera sido ayer. Su memoria es sorprendente y recuerda como fue gracias al cinefotógrafo, Gabriel Figueroa, que entró al mundo del cine
“Fue un día al teatro a verme y desde que me vio se convirtió en mi mejor propagandista. Por él fui a los Estudios Churubusco a conocer gente, por él conocí muy de cerca a María (Félix), Dolores (del Río), a Pedro Armendáriz, gente de carácter difícil, estrellas, grandes estrellas que son muy susceptibles.
“Hay que buscarles el modo para estar bien con ellos porque en cualquier momento puedes tener un problema con Emilio Fernández también, un tipo de carácter fuerte y muy difícil. Gabriel Figueroa fue mi gran guía en ese terreno del inicio de mi carrera de cine”, contó.
Pero no sólo de los recuerdos charló el actor, sino del trabajo de figuras como los tres amigos: Del Toro, Cuarón e Iñárritu.
“Los tres son grandes directores, se han abierto camino en un terreno muy difícil que es Hollywood, las mafias en Hollywood son terribles, ahí hay verdaderos grupos dificilísimos de mover que centralizan y monopolizan el trabajo.
“Las mejores películas, los mejores personajes, todo lo tienen grupos muy bien organizados. Si no perteneces a un grupo de esos, pues es muy difícil.
“Pero hay quien se abre camino a pesar de que no perteneces a esos grupos privilegiados como son esos tres que han mencionado. Los tres han sabido abrirse camino. ¿Con qué? Con su gran personalidad y singular conocimiento del cine. Los tres son magníficos en lo que hacen y El Chivo (Emmanuel Lubezki) también”, compartió.
Señaló que se ha apartado del cine y éste de él. No ha aceptado regresar porque no le parecen atractivos los guiones que le presentan.
Platicó que el cine que se hace en México, así como en todas partes, hay cosas buenas, regulares y malas, aunque “siempre predominan las malas. Hay pocas películas buenas. El cine mexicano nunca se ha recuperado como para volver a tener, como dicen, otra época de Oro”.
“No será, nunca. Porque tenemos junto a la más grande competencia que puede existir para una empresa de cine, que es Hollywood, que ha acabado con el cine mexicano, con el cine argentino, con el cine español, con el cine francés, con el inglés. Con las más grandes industrias que hay en el mundo no se puede competir con la inmensa cantidad de millones de dólares que están invertidos en la industria de Hollywood.
“Imposible competir. No siempre son buenos productos, pero cuando los hay, los hay, y acaban con el resto del mundo. Actores que ganan 20, 30, 50 millones de dólares por una película y con un sueldo de los que ganan gente como Brad Pitt o Clint Eastwood, en México se pueden hacer cinco años de súper producciones” dijo tajante.
Ya para finalizar, compartió que uno de sus mejores momentos fue cuando le pidieron, cuando aún era estudiante, protagonizar Macbeth, junto a Isabela Corona, en Bellas Artes, en una traducción del poeta León Felipe. “Me quedé estupidifacto”, contó López Tarso.
“He tenido muy buena suerte. Siempre presumo de mi muy buena suerte, para mi carrera, y también para las mujeres”, compartió.
