POR SI ACASO…

Por Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez

*Elecciones y superstición

*Veracruz arranca proceso

*El culto a la Niña Blanca

AUNQUE NO somos supersticiosos –conscientes de que esa creencia es contraria a la razón pues atribuye explicaciones mágicas a cualquier acontecimiento-, lo cierto es que llama la atención que, precisamente, este miércoles primero de Noviembre, inicio del llamado Día de Muertos – celebración tradicional de origen mesoamericano que honra a los difuntos-, arranque, paralelamente, el proceso electoral que el primero de Julio del próximo año elegirá 51 cargos públicos, entre estos, la gubernatura del Estado para el periodo 2018-2024, 30 diputaciones locales por el principio de la mayoría relativa y 20 plurinominales –que, por cierto, ya no tienen razón de ser en tiempos competitivos-. Y es que cada primero de Noviembre en México, y hasta el día 2, más allá de recordar a los difuntos que se adelantaron y de suponer que retornan para convivir con los vivos en torno a las ofrendas que se les ofrecen son, en realidad, un culto a la muerte, algo que no es reciente ya que se practicaba desde la época precolombina, esto es, desde antes de la llegada de los españoles, y basta revisar el calendario mexica que se localiza en el Museo de Antropología de la ciudad de México para observar que entre los 18 meses que forman ese anuario, había por lo menos seis festejos dedicados a los muertos, en franco respeto a la muerte, una deidad a la que, incluso, se ofrecían sacrificios (como hasta ahora).

Y ES que desde sus inicios, la cultura mexicana ha mantenido una relación cercana y hasta reverente hacia la muerte, la que con el tiempo se convirtió en un culto que llegó a extenderse por muchos rincones y civilizaciones. Los antiguos pobladores concebían a la llamada “niña blanca” como algo necesario y que le ocurre a todos los seres vivos. Tenían por seguro que los ciclos en la naturaleza como la noche y el día y la época de secas y lluvias eran el equivalente a la vida y la muerte, por lo que comenzaron a representarlas en figuras humanas descarnadas por la mitad. Esas imágenes simbolizaron la dualidad entre lo vivo y lo muerto, lo que llevamos dentro y fuera, la luna y el sol. Podemos decir que es entonces cuando comienza un culto a la muerte que se extiende por todos los rincones del México antiguo y son devotos muchísimas culturas como los mayas, zapotecos, mixtecos, totonacas y otras más, de tal suerte que los mexicas heredaron a dos dioses: Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, el señor y la señora del Mictlan, la región de los muertos, lugar al que iban los hombres y mujeres que morían de causas naturales, aunque el camino no era fácil. Antes de presentarse ante el señor y señora de la muerte había que pasar numerosos obstáculos; piedras que chocan entre sí, desiertos y colinas, un cocodrilo llamado Xochitonal, viento de filosas obsidianas y un caudaloso río que el muerto atravesaba con la ayuda de un perrito que era sacrificado el día de su funeral. (Alguna vez Cirilo Vázquez Lagunes comentó al reportero que Toby, su perro, sería quien lo cruzaría en el río sagrado, y que por ello lo mandó embalsamar y lo tenía bajo su cama).

ERA TAL el respeto a la muerte que cuando llegaron los evangelizadores cristianos de tiempos coloniales tuvieron que aceptar en parte las tradiciones de los antiguos pueblos mesoamericanos, fusionándolas con las tradiciones europeas para poder implantar el cristianismo, lo que demuestra que los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles.

COMO FUERA, el tema central –en este día que no debería escribir sino estar visitando a mis muertos en distintos panteones-, es el arranque del Proceso Electoral 2017-2018, y el deseo ferviente de que la fecha no sea la que acompañe a los comicios que derivarán en la elección del futuro Gobernador de seis años –a diferencia del actual-, pues a como se ven las cosas con tanta y semejante violencia, uno quisiera imaginar que las campañas estarán acompañadas por discursos propositivos, el respeto al contrario, la civilidad y una dosis de conciencia social. No deseamos suponer que la delincuencia buscará sacar raja financiando el proselitismo de algunos para tener injerencias futuras, o que ciertos aspirantes, rebasados por la desesperación, recurran a acciones descerrajadas e impositivas que pongan en riesgo la estabilidad –más aun de lo que ya está-. Pensemos que la fecha fue coincidencia, considerando que las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de manera no común en el ser humano, pueden estar basadas en tradiciones populares, normalmente relacionadas con el pensamiento mágico, pues nadie desea que el proceso electoral que hoy comienza sea el principio de mayor división y encono entre una sociedad ya de por sí dividida, que clama justicia y encuentra garrotazos; que demanda empleos y recibe despidos, que implora seguridad y casi a las puertas del hogar le abandonan cadáveres mutilados; que exige transparencia y recibe corrupción. Ojalá este Día de Muertos sea inspiración para una transparente y tranquila elección. Que así sea. OPINA carjesus30@hotmail.com

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