La segunda vida de Alberto Simonelli

CIUDAD DE MÉXICO.- Alberto Simonelli tenía diez años cuando sus amigos comenzaron a llamarle Rolly, un sobrenombre que le ha traído suerte desde entonces y que incluso está grabado en la parte trasera de su silla de ruedas. Es parapléjico.

Alberto Simonelli actualmente se encuentra como el mejor arquero del mundo sobre silla de ruedas

Estar confinado a una silla cambió su vida, pero no su emoción por vivir. Basta con ver la sonrisa que esboza en su rostro cada vez que da al centro del blanco. Sí, el tiro con arco fue para Rolly la oportunidad de rehacer su vida, de empezar de cero. Hoy, a sus 50 años, no piensa en más que seguir tirando flechas.

¿Qué fue primero, la silla de ruedas o el tiro con arco?, se le pregunta. «Primero fue el incidente que me postró en la silla, luego vino lo que se volvió mi pasión».

Para Alberto es difícil hablar de ese momento. Por incidente se refiere a la isquemia medular que le afectó a la edad de 25 años. Esta enfermedad provocó que la sangre ya no le llegara a sus piernas. El daño estaba hecho. Su vida, la de un técnico en metales con un empleo normal, cambió para siempre una tarde de 1993.

Ante la desesperanza de aquel hecho, Simonelli encontró un gran motivo para no darse por vencido. Fue durante su rehabilitación en el hospital que entró a un programa de terapia deportiva para afrontar su padecimiento de una manera más positiva. Así fue como llegó el arco a sus manos en mayo de 1995 para nunca más volverlo a soltar. Estaba fascinado.

A partir de ese momento comenzó su segunda vida, la que tiene ya 25 años viviendo, la que le ha traído tantas satisfacciones y una que otra decepción. Su destino tomó el rumbo de una flecha que viaja por los aires hasta llegar al objetivo.

El deporte me inspiró a seguir adelante. A las personas que tienen un padecimiento similar al mío, les digo que hagan deporte, porque eso les puede abrir muchas oportunidades interesantes para el futuro».

El hombre nacido en Gorlago, una pequeña localidad al este de Bérgamo, no tardaría en hacerse notar en el deporte de las flechas. Al poco tiempo de salir del hospital, se inscribió en un club y empezó a competir. No se conformó con la terapia, tenía hambre de más.

Alberto mostraba mucha habilidad y su carrera como arquero despuntó como aquel que nace con un arco en una mano y una flecha en la otra.

Gané mis primeros campeonatos nacionales en Ostia y poco a poco fui mejorando. A partir de 1996 pasé a ser integrante de tiempo completo del equipo paralímpico italiano».

Sólo un año después logró ganar el título individual europeo en Foligno, pero apenas era el comienzo de una carrera llena de éxitos en la arquería. Para 1999 ya era instructor certificado de tiro con arco y sabía que su propósito también sería ayudar a que más personas, discapacitadas o no, encontraran en el tiro con arco un estilo de vida.

Para mí es importante competir contra arqueros paralímpicos, pero también contra arqueros convencionales. No hay mayor diferencia. Siento que soy capaz de ganarle una medalla a cualquier oponente, discapacitado o no», menciona con convicción el arquero italiano, la misma convicción que lo ha llevado a cumplir tres veces el sueño paralímpico.

¿Mi mejor recuerdo como arquero? Sin dudarlo, mi primera convocatoria a unos Juegos Paralímpicos con la delegación italiana. Fueron los de Pekín 2008, cuando gané la medalla de plata individual».

Tiene en el cuerpo recuerdos en forma de tatuajes, los cuales ha grabado en su piel como alusión a los momentos que han marcado su vida. Detrás de cada diseño hay una historia. La tinta complementa el carácter aguerrido e intimidante que muestra en cada competencia. Fuera del terreno de tiro demuestra ser una persona más relajada y simpática.

El arquero italiano aparece entre los mejores 40 competidores convencionales del mundo. Es plata por equipo

En el muslo derecho presume tres tatuajes especiales para él. Son los logos de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016, en los cuales Simonelli ha participado. De Pekín trajo la plata, en Londres no le fue muy bien y en Río tuvo la sensación de haber perdido el oro, pero atesora los tres eventos en su memoria.

Está orgulloso de ser el mejor del ranking mundial en cuanto a arqueros paralímpicos en arco compuesto se refiere. Pero nunca se ha conformado con competir con sus iguales, ya que para competir contra arqueros de a pie en mundiales y competencias internacionales, él se pinta sólo.

Prueba de ello es la plata por equipos que acaba de conseguir hace dos semanas en el Zócalo de la Ciudad de México, en las finales del Mundial de Tiro con arco celebrado en nuestro país.

Fue una gran experiencia esa final por el oro. Pelear por una medalla con un equipo tan fuerte como el estadunidense siempre es importante. Para mí ha sido un honor representar a Italia junto a mis amigos y compatriotas y poder llevarnos una medalla a casa. En lo personal, siempre busco una presea, sea en competencia normal o paralímpica».

Con esa presea plateada, se convirtió en el segundo paratleta en ganar una medalla en un Mundial de Tiro con Arco para convencionales, después de que Kevin Polish ganara el oro por equipos en Madrid 2005.

Él es Alberto Simonelli, esposo de Silvia, la mujer que lo apoya siempre en cada proyecto, en el día a día. Rolly no tuvo hijos, pero siempre ha tenido a sus padres y a sus amigos para ayudarlo en cualquier momento, dentro o fuera de la arquería.

Él es Alberto Simonelli, el hombre que no tuvo miedo y afrontó el destino como un gran desafío. Cada que la vida se lo permite, Rolly alienta a otros jóvenes arqueros y personas discapacitadas a hacer deporte y a que no se den por vencidos hasta alcanzar sus sueños.

La figura de Rolly es inspiración en Italia, y a su edad quiere seguir dando lata en esto de la arquería. «Mientras viva, quiero seguir tirando. El tiro con arco es mi trabajo, pero, sobre todo, mi vida. Lo seguiré haciendo hasta el final».

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